7 mar 2017

La española que vigila al Sol desde la NASA para que no se apague la tecnología

La actividad del Sol puede tener una repercusión directa en la tecnología de la Tierra. En función de la magnitud del evento, podría provocar incluso una catástrofe. Por eso, desde la NASA, Teresa Nieves Chinchilla trabaja para comprender en profundidad las emisiones de la estrella y evitar problemas energéticos o en el sector de las telecomunicaciones.

A pesar de estar situado a más de 149 millones de kilómetros de distancia, la actividad del Sol influye en nuestro día a día mucho más de lo que pensamos. Entre otras cosas, puede afectar gravemente al funcionamiento y la estabilidad de nuestra tecnología.
De hecho, a lo largo de la historia, erupciones solares extremas y tormentas geomagnéticas han dejado un reguero de problemas en nuestro planeta: fallos en los sistemas de comunicación por telégrafo debido al evento Carrington en 1859, problemas en los radares estadounidenses en 1967 o, más recientemente,  daños graves a las instalaciones eléctricas de países como Canadá, Suecia o Sudáfrica son solo algunas de las consecuencias de las más violentas interacciones del Sol con la Tierra.



Con el objetivo de entender cada vez mejor este tipo de fenómenos y de proteger el desarrollo tecnológico, la española Teresa Nieves Chinchilla, doctora en Ciencias Físicas, trabaja en el Goddard Space Flight Center de la NASA estudiando la actividad solar. Analiza los datos disponibles sobre el astro rey para conocer la naturaleza de los eventos que en él se producen, aprender a controlarlos y obtener modelos más precisos que ayuden a mejorar la meteorología espacial.
“Mi mayor contribución al campo son los modelos teóricos de emisiones de masa coronal, una nube de plasma y campo magnético que se emite desde el Sol”, explica a HojaDeRouter.com. “Pero también trabajo con fulguraciones solares o con cualquier estructura solar que se propague desde el Sol a través del viento solar, como ondas de choque... Estudio todo lo que ocurre en el medio interplanetario”.
Así, Nieves Chinchilla trabaja en colaboración con otros investigadores y operadores para comprender mejor la evolución de estos eventos que determinan la meteorología solar. “Para ello ‘vigilamos’ el Sol, pero mi objetivo es encontrar lo que no comprendemos y los errores para poder corregirlos”, añade.
Tal y como nos recuerda esta doctora de la NASA, la economía, la seguridad global y el funcionamiento diario de nuestras sociedades cada vez dependen más de satélites, telecomunicaciones, sistemas de navegación, transportes aéreos y transporte energético. Todas estas tecnologías son vulnerables a las interacciones entre el Sol y la Tierra.

Aunque los últimos ciclos solares —lapsos de once años en los que se mide la cantidad de energía emitida por el sol— han sido más débiles que los anteriores, esto no quiere decir que un evento extremo, uno muy fuerte como los ya mencionados, pueda afectar de forma relevante al planeta. “Esto puede ocurrir en cualquier momento. ¿Debemos preocuparnos? No. ¿Debemos ocuparnos? Sí”, sentencia la doctora.
La radiación que emana desde el Sol es la principal causa, por ejemplo, del deterioro prematuro de satélites, del daño a los sistemas GPS o de las averías en transformadores de transporte de electricidad. Sin embargo, estos son solo algunos ejemplos del impacto de la actividad solar en el planeta y en el desarrollo tecnológico. “El peligro y del daño que pueden llegar a producir estas llamadas tormentas geomagnéticas es cada día mayor”, asevera.

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